¿Qué merece más la pena: conducir con electricidad o con gasolina?
Con la creciente popularidad de los vehículos eléctricos, cada vez son más las personas que empiezan a preguntarse por la economía de esta conducción. A pesar de lo mucho que se habla sobre el menor coste de conducir un coche eléctrico en comparación con uno impulsado por gasolina o petróleo, todavía se discute poco sobre cómo comparar la economía de los vehículos eléctricos y los impulsados por gas. ¿Conducir un coche «eléctrico» es más económico que uno de gasolina? Intentaremos responder a esta pregunta en el siguiente texto.
Conducción eléctrica y de gas: ¿qué es más económico?
Hablando en el contexto de la conducción con electricidad, gas o combustibles convencionales, es decir, petróleo y gasolina, lo primero que nos viene a la mente es el coste del repostaje o de la carga (en el caso de los «eléctricos») necesario para conseguir una autonomía similar medida en kilómetros. Teniendo en cuenta los precios actuales de la electricidad, que no dejan de aumentar, y el hecho de que sólo algunas personas pueden utilizar la electricidad de un enchufe doméstico para cargar las baterías de su coche, conducir un vehículo de este tipo ya no es una solución económica. Sobre todo si comparamos su coste con el de un coche de GLP: los precios del gas siguen siendo bajos y un depósito lleno cubrirá una distancia similar, pero a un precio menor.
También son importantes las cuestiones relacionadas con la reparación del coche, o la sustitución de las piezas necesarias, como las baterías (también conocidas como acumuladores) que se utilizan en los coches eléctricos. En la actualidad, los principales fabricantes de vehículos eléctricos ofrecen una garantía de 8 años para la batería y afirman que la sustitución sólo se llevará a cabo si la batería está completamente cargada hasta aproximadamente el 60% de su capacidad original. El coste de la sustitución de la batería por cuenta propia es muy elevado, del orden de varias decenas de miles de zlotys, lo que supone una fracción de los gastos asociados a la instalación de un sistema de GLP.
También hay que tener en cuenta que los vehículos con sistemas de GLP llevan muchos años circulando por nuestras carreteras: el resultado es una experiencia mucho mayor de los mecánicos especializados en la reparación de coches de GLP, lo que a su vez se asocia a un acceso más fácil a los especialistas, así como a unos costes mucho menores para los conductores en los talleres.